miércoles, 29 de mayo de 2013

Añada de 1964

Campo Viejo del 64. (*)

“Un flechazo que me enamoró para siempre”


¿se elaboran aún vinos como aquellos, o fue el año?


Pasaron muchos años antes de que me diese realmente cuenta de que aquel vino que habíamos tomado, por pura casualidad, buscando sin más "quedar bien" en una tertulia informal(**), era una de esas joyas que rozan lo divino.

Comencé a darme cuenta un año más tarde estando en USA, en viaje mitad trabajo mitad patrocinado por un organismo oficial de Madrid. Recuerdo de aquel viaje que estuvimos alojados unos días, las dos parejas que viajamos desde España, junto con otros más que venían de Sudáfrica y otros más de Suecia, en un campo de golf en Pebble Beach, en la Bahía de Carmel, al sur de Monterrey cerca de San Francisco, California (según me enteré por casualidad el lugar preferidos de los aficionados y profesionales del golf en USA). El resto del tiempo lo pasamos en el mejor hotel de San Francisco. 

¡Nos trataron bien los americanos!

Pues bien nuestros anfitriones tenían por costumbre llevarnos a cenar (no comíamos, nos pasábamos el día trabajando y la comida era un tentempié) a los mejores restaurantes.
No es fácil olvidar aquel restaurante al lado de la vieja iglesia y convento franciscano en Carmel al lado de Pebble Beach,  la primera de la zona de California que construyo o mando construir Fray Junípero Serra. Construcción hecha con una especie de adobes y piedra que parece mentira que aun siga en pie.  El mismo fraile fué quien probablemente también plantó o mando plantar las primeras cepas de la zona. Necesitaban vino para consagrar.

Vuelvo a nuestros anfitriones americanos y no puedo dejar de rendirme a la evidencia de que aparte de llevarnos a los mejores restaurantes, allí en Pebble Beach, en Monterrey, en Sausalito y en San Francisco se encargaban igualmente de que nos agasajasen con los mejores vinos de California, que por aquel entonces –año 80- empezaban a sonar con fuerza en el contexto internacional del mundo del vino. 
Y recuerdo igualmente la especie de rito religioso que se montaban (snobs con avaricia, cuando se lo proponen y a veces sin proponerselo) en torno al vino y sus circunstancias. Como si ellos fuesen los inventores del vino.

Y la verdad, todo el rito muy bonito y la comida muy bien, pero cuando llegaba el vino tinto a la mesa yo no sabia donde meterme para no tener que decirle a aquellos amables anfitriones, que yo no podía opinar. Era muy difícil explicarles en mi inglés de Londres a aquellos yankis de San Francisco, que cuando has estado en el cielo, no lo puedes comparar con nada.

Un par de años más tarde seguí ratificando que aquel Campo Viejo del 64 no había sido un flechazo cualquiera. Un intimo amigo que por entonces trabajaba en una gran empresa del sector vitivinícola con sede en el Paseo del Urumea en San Sebastián me quiso hacer olvidar mi amor por el Campo Viejo del 64. Aprovechando que celebrábamos  la Comunión de una de mis hijas me regaló unas botellas de Marques de Villamagna, creo recordar que del 70. La verdad es que era un vino maravilloso; No lo consiguió.  Por cierto aún hoy sigo enamorado de aquel Campo Viejo del 64.

No sé que pasa pero me da la impresión de que ya no se hacen vinos como aquellos, tal vez sea que soy tan lego en la materia que no puedo reconocerlos. 

Tal vez alguien pueda decirme algo al respecto. De verdad lo agradecería. 

No sé si a alguien le ha pasado algo parecido.


(*) No conozco a nadie relacionado con esos vinos, ni tengo relación alguna ni comercial ni personal, directa o indirecta con la bodega o sus socios o sociedades.
(**) En una taberna “tipical Spanish” de la zona vieja de Benidorm. La verdad es que los dueños de la taberna (una parejita de semijubilados ingleses) no sabían lo que tenían, ni lo que nos servían ni lo que nos cobraron. Primavera del 79 y aún me acuerdo.